MÚSICA

jueves, 22 de mayo de 2008

Sé, ¡oh, Narad!, que mi Amado no puede estar lejos.

Sé, ¡oh, Narad!, que mi Amado no puede estar lejos.
Cuando mi Amado se despierta, yo me despierto; cuando El duerme, yo duermo.
¡Aniquilado sea quien aflija a mi Bienamado!
Allí donde se cantan Sus alabanzas, allí vivo yo.
Cuando El camina, yo camino ante El. Mi corazón suspira por mi Bienamado. Una
peregrinación sin fin se sucede a Sus pies y millones de devotos se prosternan sobre ellos.


Kabir