MÚSICA

jueves, 22 de mayo de 2008

Mi corazón reclama la morada de mi Bienamado...

Mi corazón reclama la morada de mi Bienamado.
A la que pierde la ciudad de su esposo, igual le da el gran camino que el abrigo de un
techo.
Mi corazón de nada se alegra; mi espíritu y mi cuerpo divagan sin cesar.
Su palacio tiene un millón de puertas; pero entre El y yo media un vasto océano. ¿Cómo lo
cruzaré? No tiene fin, ¡oh, amigo!, la extensión de esa ruta.
¡Qué maravillosa obra es esa lira!
Bien templada, arrebata el corazón; pero rotas las clavijas o distendidas las cuerdas, ya no
interesa a nadie.
Les digo, riendo, a mis padres: "Es preciso que vaya a ver esta misma mañana a mi Señor".
Ellos se encolerizan, no quieren dejarme ir y dicen: "Esta criatura cree haber adquirido tan
gran dominio sobre su Esposo como para obtener de El todo cuanto quiere; de ahí
su impaciencia por encontrar a su Señor.
Ahora, querido amigo, alza ligeramente mi velo, que es esta mi noche de amor.


Kabir