MÚSICA

sábado, 22 de octubre de 2011

Osho-Entrando por la Brecha

¿Qué es la meditación?

"La meditación no es un método hindú; no es tan sólo una técnica. No puedes aprenderla. Es un producto: un producto de tu vivir total, que surge de tu vivir total. La meditación no es algo que puedas agregar a lo que tú eres. Es algo que puede llegar a ti sólo a través de una transformación básica, una mutación. Es un florecimiento, un producto. Un producto siempre surge del total; no es un agregado. Debes evolucionar hacia la meditación.

Este florecimiento total de la personalidad es algo que debe ser correctamente comprendido. De otro modo, nos engañamos a nosotros mismos, nos entretenemos con trucos mentales. ¡Y hay tantos trucos! No sólo puedes engañarte con ellos, no sólo no ganarás nada, sino que te harán daño, en realidad. La sola idea de que existe alguna treta para llegar a la meditación -concebirla como un método está básicamente equivocada. Y cuando uno comienza a jugar con artimañas mentales, la cualidad esencial de la mente comienza a deteriorarse.

La mente, tal como existe, no es meditativa. La mente debe cambiar completamente antes de que la meditación tenga lugar. Entonces, ¿qué es la mente en su estado, actual? ¿Cómo funciona? .

La mente siempre está verbalizando. Puedes conocer pala¬bras, puedes conocer el lenguaje, puedes conocer la estructura conceptual del pensamiento, pero eso no es pensar. Al contrario: es una forma de huir del pensar. Ves una flor y la verbalizas; ves un hombre cruzando la calle y lo verbalizas. La mente puede transformar en palabras cualquier cosa existencial. Entonces, las palabras se transforman en una barrera, una prisión. Esta constante transformación de cosas en palabras, de la existencia en palabras, es el obstáculo que se presenta en el camino hacia una mente meditativa.

Así es que el primer requisito para alcanzar una mente meditativa es estar consciente de tu constante verbalización, y ser capaz de detenerla. Tan sólo vean las cosas; no verbalicen. Tomen conciencia de su presencia, pero no las transformen en palabras. Dejen que las cosas sean, sin lenguaje; dejen que las personas sean, sin lenguaje; dejen que las situaciones sean, sin lenguaje. No es algo imposible; es algo natural. Es la situación presente la que es artificial; sin embargo, nos hemos acostumbrado tanto a ella, se ha transformado en algo tan automático, que ni siquiera nos damos cuenta de que estamos constantemente transformando la experiencia en palabras.

La alborada está ahí. Nunca te das cuenta de la distancia que hay entre verla y verbalizar acerca de ella. Ves el sol, lo sientes, e inmediatamente lo verbalizas. La brecha entre ver y verbalizar ha desaparecido. Debemos tomar conciencia del hecho de que la alborada no es una palabra. Es un hecho, una presencia. La mente transforma automáticamente las experiencias en palabras. Estas palabras llegan, así, a entorpecer tu vivencia de la experiencia.

Meditar significa vivir sin palabras, vivir en forma no-lingüís¬tica. A veces, esto ocurre espontáneamente. Cuando estás enamorado, sientes la presencia, no el lenguaje. Cada vez que dos amantes se encuentran en forma íntima, dejan de hablar. No es que no haya nada que expresar. Al contrario, hay una enorme cantidad de cosas que expresar. Pero las palabras nunca aparecen; no podrían. Las palabras llegan sólo cuando el amor se ha ido.

Si dos amantes nunca callan, significa que el amor ha muerto. Ahora están llenando la brecha con palabras. Cuando el amor está vivo, las palabras están ausentes, porque la sola existencia del amor es algo tan abrumador, tan penetrante, que se supera la barrera del lenguaje y las palabras. Y, en general, esta barrera sólo se supera a través del amor.

La meditación es la culminación del amor; no el amor referido a una sola persona, sino que a toda la existencia. Para mí, la meditación es una relación viva con el total de la existencia que te rodea. Si puedes amar cualquier situación, estás en un estado de meditación.

Y esto no es una treta mental. No es un método para aquietar la mente. Más bien, necesita de una comprensión profunda del mecanismo de la mente. Apenas comprendes tu hábito mecánico de verbalizar, de transformar la existencia en palabras, creas una brecha. Surge en forma espontánea. La brecha sigue a la comprensión, como una sombra.

El verdadero problema no consiste en cómo alcanzar el estado de meditación, sino en saber por qué no estás en ese estado. El proceso mismo de la meditación es negativo. No consiste en agregarte algo, sino que en anular algo que ya te fue agregado.

La sociedad no puede existir sin el lenguaje; lo necesita. Pero la existencia no lo necesita. No estoy diciendo que debas eliminar el lenguaje de tu vida. Tendrás que utilizarlo. Pero debes tener la capacidad de conectar y desconectar el mecanismo de la verbalización. Cuando existes como ser social, necesitas el mecanismo del lenguaje; sin embargo, cuando te encuentras solo con la existencia, debes ser capaz de desconectarlo. Si no puedes desconectarlo -sigue y sigue, y eres incapaz de detenerlo- te has transformado en su esclavo. La mente debe ser un instrumento, y no el amo. Cuando la mente es el amo, tenemos un estado en que la meditación está ausente. Cuando tú eres el amo, tu conciencia te lleva de la mano y te encuentras en estado de meditación. Así, entonces, la meditación significa transformarse en el amo del mecanismo de la mente.

La mente y su funcionamiento lingüístico no es lo esencial. Tú la trasciendes; la existencia la trasciende. La conciencia trasciende la lingüística; la existencia trasciende la lingüística. Cuando conciencia y existencia se unen, comparten una comunión. Esta comunión es la meditación.

Debemos dejar de lado el lenguaje. No quiero decir que deban suprimido o eliminarlo. Sólo quiero decir que no debe ser un hábito que les ocupe durante las veinticuatro horas del día. Cuando caminas, debes mover las piernas. Sin embargo, si siguen moviéndose cuando estás sentado, significa que estás loco. Debes poder inmovilizarlas. Del mismo modo, no debieras utilizar el lenguaje si no estás hablando con alguien. Es una técnica para comunicarse. Cuando no te estás comunicando, el lenguaje no debiera estar presente.

Si eres capaz de hacer esto, puedes cultivar la meditación. La meditación es un proceso creciente, no una técnica. Una técnica está siempre muerta y, por lo tanto, puede serle agregada a una persona; pero un proceso es siempre algo vivo. Un proceso crece, se expande.

Necesitamos el lenguaje, pero no debemos estar siempre con él. Debe haber momentos en que no haya verbalización, en que sólo existes. No es que estés vegetando. La conciencia está ahí. Y se encuentra más penetrante, más viva, porque el lenguaje la embota. El lenguaje se halla condenado a ser repetitivo; y, por tanto, produce aburrimiento. Mientras más importante sea el lenguaje para ti, más aburrido estarás.

La existencia nunca se repite. Toda rosa es una rosa nueva, enteramente nueva. Nunca ha sido antes, ni tampoco será nuevamente. Pero cuando la llamamos "rosa", la palabra "rosa" es una repetición. Siempre ha estado ahí, y siempre lo estará. Has matado lo nuevo con una palabra vieja.

La existencia siempre es joven, Y el lenguaje siempre es viejo. Por medio del lenguaje, huyes de la existencia, huyes de la vida, porque el lenguaje está muerto. Mientras más te comprome¬tas con el lenguaje, más muerto estarás. Un pundit ( cierto tipo de sabio indio) está totalmente muerto, porque sólo es lenguaje, palabras.

Sartre tituló “Palabras" a. su autobiografía. Vivimos en las palabras. Esto es, no vivimos. Al final, sólo hay una cantidad de palabras acumuladas, Y nada más. Las palabras son como fotografías. Ves algo que está vivo y le tomas una foto. La fotografía está muerta. Entonces haces un álbum de fotografías muertas. Una persona que no ha vivido en estado de meditación es como un álbum muerto Sólo tiene fotografías verbales, sólo recuerdos. Nada ha sido vivido, todo ha sido solamente verbalizado.

Meditar significa vivir totalmente; pero sólo puedes vivir en forma total cuando permaneces en silencio. Con "estar en silencio" no me refiero a estar inconsciente. Puedes estar en silencio e inconsciente, pero no es un silencio viviente. Te has equivocado nuevamente.

Te puedes autohipnotizar por medio de los mantras. Puedes producir tal aburrimiento en tu mente con sólo repetir una palabra, que la mente se irá a dormir. Caes en el sueño, en la inconciencia. Si cantas "Ram, Ram, Ram", la mente se dormirá. Entonces, la barrera del lenguaje habrá desaparecido, pero estarás inconsciente.

Meditar significa que el lenguaje no está, ahí, pero en un estado consciente. De otro modo, no hay comunión con la existencia, con todo lo que existe. Ningún mantra puede ser de ayuda, ningún cántico puede serio. La autohipnosis no es meditación. Al contrario, estar en estado de autohipnosis es una regresión. Con ello, no estás trascendiendo el lenguaje; caes a un estado aún más bajo.

Por tanto, abandonen todos los mantras, abandonen todas esas técnicas. Permitan que existan momentos en que no haya palabras. No puedes deshacerte de las palabras con un mantra, porque este proceso utiliza palabras. No puedes eliminar el lenguaje con palabras; es imposible.

¿Qué debemos hacer entonces? En realidad, no puedes hacer absolutamente nada, salvo comprender. Cualquier cosa que puedas hacer, surgirá únicamente de tu situación actual. Te encuentras confundido, no vives en estado de meditación, tu mente no está silente, de modo que cualquier cosa que provenga de ti sólo creará más confusión. Todo lo que puedes hacer en este momento es comenzar a darte cuenta del modo como funciona la mente. Eso es todo: sólo darte cuenta. Tomar conciencia no guarda ninguna relación con palabras. Es un acto existencial, no un acto mental.

Así es que lo primero es estar consciente. Estar consciente de tus procesos mentales, del modo como funciona tu mente. Apenas tomas conciencia del funcionamiento de tu mente, dejas de ser la mente. La sola conciencia significa que te encuentras más allá: lejano, un testigo. Y, mientras más consciente estás, mayor será tu capacidad para ver. Las brechas entre la experiencia y las palabras. Las brechas están ahí, pero estás tan poco consciente que nunca las ves.

Entre dos palabras siempre hay una brecha, aun cuando imperceptible, aun cuando pequeña. De otro modo, las dos palabras no estarían separadas; serían una sola. Entre dos notas musicales siempre hay una brecha, un silencio. Dos palabras o dos notas no pueden ser dos, a menos que exista un intervalo entre ambas. Siempre hay un silencio ahí; pero, para sentido, uno debe estar realmente consciente, realmente atento.

Mientras más alerta estás, más se lentifica la mente. Es siempre algo relativo. Mientras menos consciente estés, más rápida es la mente; mientras más consciente estás, más lento es el proceso mental. Cuando estás más consciente de la mente, ésta se lentifica y se amplían las brechas existentes entre los pensamien¬tos. Entonces puedes verlas: Es igual que una película. Cuando el proyector se hace funcionar en cámara lenta, ves los espacios entremedio. Una película de mi acto de levantada mano tendrá mil fragmentos. Cada fragmento será una fotografía separada. Si estas miles de fotografías corren frente a tus ojos tan rápidamen¬te que no puedas ver los espacios, ves la mano que se levanta como un proceso. Pero en cámara lenta, puedes ver los espacios.

La mente es igual que una película. Los espacios están ahí. Mientras más atento estés a tu mente, más los verás. Es como una imagen guestáltica: una imagen que contiene dos imágenes diferentes al mismo tiempo. Puedes ver una imagen o la otra, pero no las dos al mismo tiempo. Puede ser el retrato de una anciana y, al mismo tiempo, el de una joven. Pero si te centras en una, no verás a la otra; y, cuando te centras en la otra, pierdes de vista a la primera. Aun sabiendo perfectamente bien que has visto ambas imágenes, no puedes verlas simultáneamente.

Lo mismo ocurre con la mente. Si ves las palabras, no puedes ver los espacios; y si ves los espacios, no puedes ver las palabras. A cada palabra sucede un espacio, y a cada brecha sigue una palabra; pero no puedes verlas a las dos a la vez. Si te centras en los espacios, perderás de vista las palabras, serás impelido hacia la meditación.

Una conciencia focalizada sólo en palabras, es no-meditativa, y una conciencia centrada sólo en los espacios es meditativa. Cuando sea que tomes conciencia de los espacios, perderás las palabras. Si observas cuidadosamente, no encontrarás palabras: sólo encontrarás un espacio vacío.

Puedes ver la diferencia entre dos palabras, pero no la diferencia entre dos espacios. Las palabras están siempre en plural y el espacio es siempre singular: “el” espacio. Se fusionan y convierten en uno solo. Meditar es concentrarse en el espacio, en la brecha. Entonces toda la guestalt cambia.

Debemos comprender otra cosa. Si miras la imagen guestáltica y te concentras en la anciana, no puedes ver el otro retrato. Pero si sigues concentrándote en la anciana -si sigues concentra¬do en ella, si le prestas toda tu atención- llegará el momento en que el foco cambie, y repentinamente la anciana habrá desapare¬cido, y ahí tenemos al otro retrato.

¿Por qué ocurre esto? Ocurre porque la mente no puede permanecer focalizada durante mucho rato. Debe variar de lo contrario se duerme. Estas son las únicas dos posibilidades. Si te concentras, en una sola cosa, la mente se dormirá. No puede permanecer estable: es un proceso viviente. Si dejas que se aburra, se irá a dormir, huyendo de la paralización de tu foco. Entonces puede seguir viviendo en los sueños.

Esta es la meditación del tipo Mahesh yogi. Es pacífica, refrescante, puede ser útil para tu salud física y tu equilibrio mental, pero no es meditación. Lo mismo puede lograrse con autohipnosis. La palabra hindú mantra significa sugestión, nada más. Confundir esto con meditación es un grave error. No lo es. Y si la consideras como tal, nunca buscarás la verdadera meditación. Ese es el verdadero daño que producen tales prácticas y los que las promulgan. Es tan sólo una droga sicológica.

Así, entonces, no utilices ningún mantra para ahuyentar las palabras. Sólo toma conciencia de ellas, y la atención de tu mente se desplazará automáticamente hacia los espacios entre una y otra.

Si te identificas con las palabras, saltarás de una palabra a otra, y pasarás por alto los espacios. Otra palabra es algo nuevo en lo cual focalizar la atención. La mente varía a cada instante; el foco varía. Pero si no te identificas con las palabras, si eres sólo un testigo -lejano, sólo observando como las palabras se suceden unas a otras- toda tu atención cambiará, y tomarás conciencia de la brecha. Es igual que si miras pasar a la gente en la calle. Una persona ya pasó y la siguiente aún no. Hay un intervalo; la calle está vacía. Si estás mirando, conocerás este intervalo vacío.

Y una vez que conoces el espacio vacío, estás en él; has saltado a su interior. Es un abismo -da tanta paz, crea tanta conciencia- Permanecer en esta brecha es meditación, es transformación. Ahora ya no necesitas el lenguaje: te deshaces de él. Lo abandonas conscientemente. Estás consciente del silencio, del infinito silencio. Eres parte de él, eres uno con él. No tomas conciencia del abismo como algo separado de ti; lo percibes como parte de ti. Sabes, pero ahora eres el saber. Observas la brecha, pero ahora el observador es el observado.

En cuanto a las palabras y pensamientos, eres un testigo aparte; las palabras son algo separado de ti. Pero cuando no hay palabras, tú eres la brecha entre ellas: consciente, sin embargo, de que lo eres. Desaparece la barrera entre tú y la brecha, entre la conciencia y la existencia. Son sólo las palabras las que constituyen la barrera. Ahora te encuentras en una situación existencial. Esto es meditación: ser uno con la existencia, estar totalmente inmerso en ella, permaneciendo consciente. Esta es la contradicción, la paradoja. Ahora has conocido una situación en la que, eres consciente, estando además inmerso en ella.

Generalmente, cuando estamos conscientes de algo, ese algo se transforma en lo otro. Si estamos identificados con algo, nos unimos con eso, pero no estamos conscientes (como en la ira o en el sexo) Nos unificamos solamente cuando estamos inconscientes.

El sexo es tan atractivo porque en él nos unificamos por un instante. Sin embargo, en ese momento estás inconsciente. Buscas la inconsciencia, porque buscas la unidad. Pero mientras más buscas la inconsciencia, más consciente te pones. Entonces, no sentirás el éxtasis del sexo, porque el éxtasis surgía de la inconsciencia.

Podías ser inconsciente en un momento de pasión. Tu conciencia declina. Por un instante, estabas en el abismo, pero inconsciente. Pero mientras más lo buscas más se te escabulle. Finalmente, llega un momento en que tienes sexo y el momento de inconciencia ya no se presenta. El abismo se ha perdido, el éxtasis se ha perdido. Entonces, el acto resulta estúpido Es sólo una descarga mecánica; ya no le queda nada espiritual.

Sólo hemos conocido la unidad inconsciente; nunca hemos conocido la unidad consciente. La meditación es unidad cons¬ciente. Es el otro polo de la sexualidad. El sexo es uno de los polos (unidad inconsciente) Y la meditación es el otro (unidad consciente) El sexo es el punto más, bajo de la unidad, y la meditaci6n es el cenit, el punto más alto de ella. El grado de conciencia marca la diferencia entre ambas.

La mente occidental piensa ahora en la meditación porque el sexo ha perdido su atractivo. Cuando quiera que una sociedad deja de reprimir al sexo, surge la meditación, porque la desinhibición del sexo mata su encanto y su romanticismo: matará su lado espiritual. En un medio tal, el sexo se practica intensamente; pero ya no es posible hacerla en forma incons¬ciente.

Una sociedad sexualmente reprimida puede mantener su interés en el sexo; pero una sociedad no-represiva, desinhibida, no puede mantenerlo para siempre. Es algo que deberán trascender. Así es que si una sociedad es sexualmente libre, pronto surge la meditación. Una sociedad libre en el sexo es, para mí, el primer paso hacia la búsqueda.

Pero, por supuesto, la búsqueda puede ser explotada. Se le está explotando en el Oriente. Pueden suministrar gurús; pueden exportarlos. Y se les está exportando. Pero sólo se pueden aprender trucos con estos gurús. La comprensión surge al vivir la vida. No puede ser entregada, transferida.

No puedo entregarles mi comprensión. Puedo hablarles de ella, pero no puedo entregársela. Ustedes tendrán que encontrar¬la. Deberán ir al encuentro de la vida. Deberán equivocarse; deberán fracasar; deberán soportar muchas frustraciones. Pero sólo a través de los fracasos, los errores y las frustraciones, sólo encontrando la verdadera vida, llegarán a la meditación. Este es el motivo por el cual digo que la meditación es un fruto, un producto.

Hay algo que debemos comprender, pero la comprensión que obtenemos de otro nunca podrá superar el nivel intelectual. Por esto Krishnamurti pide lo imposible. Él dice, "No me comprendan intelectualmente" pero de otra persona sólo podemos obtener comprensión intelectual. Ese es el motivo por el cual el esfuerzo de Krishnamurti ha sido absurdo. Lo que él dice es auténtico; pero cuando requiere más que comprensión intelectual del que lo escucha, pide lo imposible. Otra persona no puede entregamos nada más.

Sin embargo, la comprensión intelectual puede bastar. Si pueden comprender intelectualmente lo que digo, también pueden comprender lo que no he dicho. Pueden también comprender los espacios silenciosos: lo que no estoy diciendo, lo que no puedo decir. La primera comprensi6n será inevitablemen¬te intelectual, porque el intelecto es la puerta. No podrá nunca ser espiritual. La espiritualidad es el santuario interno.

Sólo puedo comunicarme con ustedes en forma intelectual. Si realmente pueden comprenderlo, podrán también sentir lo que no he dicho. No puedo comunicarme sin palabras; pero cuando utilizo palabras, estoy también utilizando los silencios. Tendrán que estar atentos a ambos. Si sólo comprenden las palabras, tendremos una comunicación; pero si también pueden tomar conciencia de los espacios entre ellas, tendremos una comunión.

Debemos comenzar de alguna forma. Todo comienzo está destinado a ser un paso en falso, pero debemos comenzar. Al equivocarnos, al explorar a tientas, encontramos la puerta. El que piense comenzar sólo cuando tenga la, forma correcta de hacerla, nunca dará el paso inicial. Aún un paso en falso es un paso en la dirección correcta, porque es un paso, un comienzo. Comienzas a tentar en la oscuridad y buscando a tientas encuentras la puerta.

Es por eso que les digo que estén atentos al proceso lingüístico -el proceso de las palabras- y que busquen tomar conciencia de las brechas, de los intervalos. Habrá momentos en que, sin hacer un esfuerzo consciente, tomarán conciencia de los intervalos. Ese es el encuentro con lo divino, el encuentro con lo existencial.

Cuando quiera que tengas un encuentro, no huyas, Permane¬ce allí. Tendrás miedo al principio; eso es inevitable. Cada vez que te encuentras con lo desconocido, surge el miedo, porque para nosotros, lo desconocido es la muerte. Así es que cada vez que encuentres un intervalo vacío, sentirás que la muerte se te acerca. Entonces ¡muérete! Permanece en eso, y muere por completo en esa brecha. Y tendrás un renacer. Muriendo tu muerte en silencio, la vida resucita. Estarás vivo por primera vez, realmente vivo.

Así es que para mí, la meditación no es un método, sino un proceso; la meditación no es una técnica, sino que una comprensión. No puede enseñada; sólo se puede indicar en su dirección. No puedes informarte acerca de ella, porque ninguna información es realmente información. Viene del exterior y la meditación surge de tus propias profundidades internas.

¬ Así, entonces, busca, sé un buscador y no un discípulo. Así, no serás el discípulo de algún gurú, sino que un discípulo de la vida entera. Entonces, no estarás solamente aprendiendo palabras. El aprendizaje espiritual no puede provenir de las palabras, sino que de las brechas, de los silencios que siempre te rodean. Están ahí, incluso en medio de la muchedumbre, en el mercado, en el bazar. Busca los silencios, busca los espacios vacíos, dentro y afuera, y un día te encontrarás meditando.

La meditación viene hacia ti. Es siempre ella la que se acerca; no puedes traerla Pero uno debe estarla buscando, porque sólo cuando la estás buscando estarás abierta ella, vulnerable a ella. Eres su anfitrión. La meditación es un invitado. Puedes invitarla y esperarla. Va al encuentro del Buda, va al encuentro de Jesús, se acerca a todos los que están listos, receptivos, buscando.

Pero no intentes aprenderla de alguien; serás engañado si lo haces. La mente siempre busca lo más fácil. Este es el origen de la explotación. Entonces vienen los gurús y toda su cosa, y la vida espiritual se envenena.

La persona más peligrosa es la que explota la premura espiritual. Si alguien te roba tu dinero no es tan grave, si alguien te falla no es tan grave; Sin embargo, si en tu camino hacia la meditación, hacia lo divino, hacia el éxtasis, alguien te engaña o te desvía de tu senda de una u otra forma, el pecado es grande e imperdonable.

Pero eso se está haciendo. Así es que estén alertas y no le pregunten a cualquiera, "¿Qué es la meditación? ¿Cómo debo meditar?" En lugar de eso, pregunta cuáles son las cortapisas, cuáles son los obstáculos. Pregunta por qué no estamos siempre en estado meditativo, dónde se detuvo el crecimiento, dónde fuimos mutilados. Y no busques gurús, porque los gurús son mutiladores. Cualquiera que te dé fórmulas hechas no es un amigo, sino un enemigo.

Busca a tientas en la oscuridad. Nada más puedes hacer. La búsqueda misma se transformará en la comprensión que te liberará de la oscuridad. Jesús dijo: "La verdad es libertad". Comprende esta libertad. La verdad siempre viene a través de comprensión. No es algo con lo que te encuentras; es algo en lo cual evolucionas. Así es que busca la comprensión, porque mientras, más comprendas, más te acercarás a la verdad. Y en algún momento desconocido, inesperado, impredecible, cuando la comprensión llegue a su clímax, te encontrarás en el abismo. Ya no eres: sólo la meditación es.

Cuando ya no eres, estás meditando. La meditación no es algo agregado a ti; está siempre más allá de ti. Cuando estás en el abismo, la meditación está allí. Entonces el ego no es; ya no eres. Sólo el ser es. A eso se refieren las religiones cuando mencionan a Dios: el ser supremo. Es la esencia de todas las religiones, de todas las búsquedas, pero nunca la encontrarás empaquetada y lista. Así es que tengan cuidado de cualquiera que presuma acerca de ella.

Sigue buscando a tientas, y no le temas al fracaso. Admite los fracasos, pero no cometas los mismos de nuevo. Una vez basta; eso es suficiente. El que se extravía una y otra vez en la búsqueda de la verdad es siempre perdonado. Esta es una promesa que proviene de las profundidades mismas de la existencia.
Osho-Sicología de lo Esotérico