Lo que la gente oculta y lo que cuentan son dos cosas muy diferentes. Lo que se refleja en su rostro es muy distinto a lo que está sucediendo en su interior. Es posible que estén hablando de amor, pero en su interior están llenos de odio. Es posible que le digan a alguien: «Buenos días. Encantado de verte. Me alegro de que nos hayamos encontrado esta mañana», pero por dentro están diciendo «¿Por qué me tengo que encontrar con la cara de este cretino a primera hora de la mañana?».
Si hubiese ventanas para mirar dentro de la cabeza de la gente estaríamos en un verdadero apuro, la vida se volvería muy difícil. Podemos hablar con alguien de una forma amistosa, pero a la vez estar pensando: «¿Cuándo se morirá?». En la superficie hay una cosa y en el fondo hay otra, y no nos atrevemos a mirar y ver en nuestro interior.
Una madre vivía con su hija y las dos eran sonámbulas. Una noche, hacia las tres de la mañana, la madre se levantó y se acercó al jardín que estaba al fondo de la casa. Al cabo de un rato su hija también se levantó y fue hacia el jardín. Cuando la mujer mayor vio a su hija gritó:
-¡Zorra! Me has arrebatado mi juventud. Desde que naciste he empezado a envejecer. Eres mi enemiga. Si no hubieses nacido, seguiría siendo joven.
Cuando la hija vio a la madre le gritó:
-Malvada. Por tu culpa mi vida se ha vuelto difícil, se ha vuelto una esclavitud. Siempre has sido un obstáculo en mi camino. Eres como una soga al cuello.
En ese momento cantó el gallo y ambas se despertaron. Al ver a la niña, la mujer mayor dijo:
-Cariño, ¿por qué te has levantado tan pronto? Puedes enfriarte. Ven, vamos dentro.
La niña inmediatamente se postró a los pies de su madre.
Tenía la costumbre de hacerlo todas las mañanas.
-¡Madre!-dijo-. Te has levantado muy pronto. No estás bien de salud. No deberías madrugar tanto. Vamos a descansar.
Puedes ver la diferencia que hay entre lo que dijeron en sueños y lo que dijeron cuando estaban despiertas.
Todo lo que se dice en sueños es más sincero que lo que se dice estando despierto, porque nace de tu interior. Cuando te ves en sueños eres más real que cuando te ves en la calle o entre la gente. Tu cara cuando estás entre la gente está retocada y es artificial; en el fondo eres una persona totalmente distinta. Puedes lograr encubrir cosas poniendo buenos pensamientos en la superficie, pero por dentro te quema el fuego de los pensamientos. En la superficie puedes parecer absolutamente tranquilo y sano, pero por dentro todo está enfermo y alterado. En la superficie puedes estar sonriendo, pero es posible que esa sonrisa sólo esté encubriendo un mar de lágrimas. De hecho, es probable que hayas estado ensayando esa sonrisa para esconder las lágrimas. Esto es lo que suele hacer la gente.
Alguien le preguntó una vez a Nietzsche:
-Siempre te estás riendo eres muy alegre ¿Realmente te sientes así?
Nietzsche le contestó:
-Ahora que me lo preguntas te diré la verdad. Me río por no ponerme a llorar. Antes de ponerme a llorar, me reprimo con la risa. Reprimo las lágrimas. Mi risa debe convencer a los demás de que soy feliz. Y sólo me río porque estoy tan triste que me alivio riéndome. A veces me puedo consolar así.
Nadie ha visto reírse a Buda, nadie ha visto reírse a Mahavira, nadie ha visto reirse a Jesús. Debe haber algún motivo. Probablemente, en su interior na hay lágrimas por eso no tienen necesidad de ocultarlas. Probablemente, en su interior no hay tristeza que tengan que ocultar sonriendo. Ha desaparecido todo lo que estuviese alterado en su interior de modo que ahora ya no es necesario adornarlo con flores de risa.
Si alguien apesta tiene que rociarse con perfume. Si alguien tiene un cuerpo horrible, tiene que hacer un esfuerzo para parecer bello. El que está triste por dentro tendrá que aprender a reírse, y el que está lleno de lágrimas por dentro tendrá que seguir sonriendo por fuera. El que está lleno de espinas por dentro deberá adornarse con flores por fuera.
Osho- El Libro del Hara
Cap. Conocer la Mente
Págs. 88,90
Si hubiese ventanas para mirar dentro de la cabeza de la gente estaríamos en un verdadero apuro, la vida se volvería muy difícil. Podemos hablar con alguien de una forma amistosa, pero a la vez estar pensando: «¿Cuándo se morirá?». En la superficie hay una cosa y en el fondo hay otra, y no nos atrevemos a mirar y ver en nuestro interior.
Una madre vivía con su hija y las dos eran sonámbulas. Una noche, hacia las tres de la mañana, la madre se levantó y se acercó al jardín que estaba al fondo de la casa. Al cabo de un rato su hija también se levantó y fue hacia el jardín. Cuando la mujer mayor vio a su hija gritó:
-¡Zorra! Me has arrebatado mi juventud. Desde que naciste he empezado a envejecer. Eres mi enemiga. Si no hubieses nacido, seguiría siendo joven.
Cuando la hija vio a la madre le gritó:
-Malvada. Por tu culpa mi vida se ha vuelto difícil, se ha vuelto una esclavitud. Siempre has sido un obstáculo en mi camino. Eres como una soga al cuello.
En ese momento cantó el gallo y ambas se despertaron. Al ver a la niña, la mujer mayor dijo:
-Cariño, ¿por qué te has levantado tan pronto? Puedes enfriarte. Ven, vamos dentro.
La niña inmediatamente se postró a los pies de su madre.
Tenía la costumbre de hacerlo todas las mañanas.
-¡Madre!-dijo-. Te has levantado muy pronto. No estás bien de salud. No deberías madrugar tanto. Vamos a descansar.
Puedes ver la diferencia que hay entre lo que dijeron en sueños y lo que dijeron cuando estaban despiertas.
Todo lo que se dice en sueños es más sincero que lo que se dice estando despierto, porque nace de tu interior. Cuando te ves en sueños eres más real que cuando te ves en la calle o entre la gente. Tu cara cuando estás entre la gente está retocada y es artificial; en el fondo eres una persona totalmente distinta. Puedes lograr encubrir cosas poniendo buenos pensamientos en la superficie, pero por dentro te quema el fuego de los pensamientos. En la superficie puedes parecer absolutamente tranquilo y sano, pero por dentro todo está enfermo y alterado. En la superficie puedes estar sonriendo, pero es posible que esa sonrisa sólo esté encubriendo un mar de lágrimas. De hecho, es probable que hayas estado ensayando esa sonrisa para esconder las lágrimas. Esto es lo que suele hacer la gente.
Alguien le preguntó una vez a Nietzsche:
-Siempre te estás riendo eres muy alegre ¿Realmente te sientes así?
Nietzsche le contestó:
-Ahora que me lo preguntas te diré la verdad. Me río por no ponerme a llorar. Antes de ponerme a llorar, me reprimo con la risa. Reprimo las lágrimas. Mi risa debe convencer a los demás de que soy feliz. Y sólo me río porque estoy tan triste que me alivio riéndome. A veces me puedo consolar así.
Nadie ha visto reírse a Buda, nadie ha visto reírse a Mahavira, nadie ha visto reirse a Jesús. Debe haber algún motivo. Probablemente, en su interior na hay lágrimas por eso no tienen necesidad de ocultarlas. Probablemente, en su interior no hay tristeza que tengan que ocultar sonriendo. Ha desaparecido todo lo que estuviese alterado en su interior de modo que ahora ya no es necesario adornarlo con flores de risa.
Si alguien apesta tiene que rociarse con perfume. Si alguien tiene un cuerpo horrible, tiene que hacer un esfuerzo para parecer bello. El que está triste por dentro tendrá que aprender a reírse, y el que está lleno de lágrimas por dentro tendrá que seguir sonriendo por fuera. El que está lleno de espinas por dentro deberá adornarse con flores por fuera.
Osho- El Libro del Hara
Cap. Conocer la Mente
Págs. 88,90